Proyectar una luz sobre los problemas y a la vez no
pronunciar una sola frase seria, estar fascinado por la realidad del mundo
contemporáneo y, a la vez, evitar todo realismo, así es la fiesta de la
insignificancia. Quien conozca las obras anteriores de Kundera sabe que en el
no son en absoluto inesperadas las ganas de incorporar en una novela algo <no
serio>. En la inmortalidad, Goethe y Hemingway pasean juntos durante muchos
capítulos, charlan y se divierten. Y en la lentitud, Vera, la esposa del autor,
dice a su marido: <Me has dicho muchas veces que un día escribirás una
novela en la que no habría ninguna palabra seria… Te lo advierto: ven con
cuidado: tus enemigos acechan >. Pero en lugar de ir, con cuidado, en
esta novela Kundera ve por fin plenamente cumplido su viejo sueño estético, que
puede leerse como un sorprendente resumen de toda su obra. Menudo resumen.
Menudo epilogo. Menuda risa inspirada en nuestra época, que es cómica porque ha
perdido todo su sentido del humor. ¿Qué más puede decirse? nada. ¡Lean!
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