Oscuridad.
Me llamo Alma. Sé que esto no os dice nada, me doy cuenta. Pero es la
única certeza que tengo. Lo único que de verdad me importa. Mi nombre,
mi alma. ¿De qué color es? Negra. Como la Ciudad donde vivo y el aire
que respiro. Qué rápido es el paso de la luz a la oscuridad, de la
convicción a la duda. Como un pestañeo, como un sueño del que despiertas
para descubrir que nada es como antes. ¿Que por qué os cuento todo
esto? P ara alertaros de que las cosas no ocurren por casualidad y de
que la vida está plagada de señales que no se deben ignorar. Incluso la
mínima desatención pasa factura, siempre. Por eso os contaré mi
historia, si queréis leerla. Pero os advierto desde ahora: estad
preparados porque nada es una fábula.
Sombra.
Sola, aterrorizada, perseguida por los Master y en el centro de unos
misteriosos asesinatos sin respuesta es como dejamos a Alma en
Oscuridad. Ahora, alguno de aquellos interrogantes se empezarán a
resolver. Sin embargo, por el momento Alma se siente cada vez más
aislada. El instituto, sin Morgan, le parece un edificio vacío. Nada de
lo que sucede a su alrededor le produce alegría, ni siquiera la
recuperación de su amiga Seline, y siguen sus preguntas existenciales.
Poco a poco, Alma descubrirá que las respuestas están en su verdadero
origen y lo verá al reconocerse en una fotografía expuesta en el Museo
de Arte Contemporáneo. Es ella misma, ahí está, con los ojos fijos ante
la cámara. Aunque en realidad, la chica retratada es la hija del
fotógrafo, quien murió tres días antes del accidente de Alma, aquel
accidente del que salío ilesa, pero que le cambió la vida...
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